MINGA 9, año 6, semestre I, 2023

Universidad Mayor de San Simón – UMSS

Comunidad de Investigación para la Transformación de América Latina – CITAL

Minga. Revista de ciencias, artes y activismo para la transformación de América Latina
Año 6, número 9, semestre I, 2023. Cochabamba, Bolivia.

Minga es un proyecto semestral de la Comunidad de investigación para la transformación de América Latina (CITAL) para la difusión de ciencias, artes y activismo en nuestro continente. Minga se inscribe al portal institucional de revistas científica de la UMSS con el apoyo del Centro Interdisciplinario PROEIB Andes, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, de la UMSS. Mediante acuerdo de colaboración con la Dirección de Formación Continua Grado y Posgrado de la Facultad Arquitectura y Ciencias del Hábitat, Minga acompaña el proceso de ejecución de la Maestría en Estudios del Desarrollo y el Hábitat con una perspectiva multidisciplinar, científica e internacional.

Jefe editor
Dr. Jan Lust
Universidad Ricardo Palma, Perú
jan.lust@urp.edu.pe

Coordinación editorial ejecutiva
Dr. Jhohan Oporto
Universidad Mayor de San Simón, Bolivia
j.oporto@umss.edu.bo

Diagramación
Lic. Esp. Marcelo Sagredo

Gestión OJS
Lic. Rocío Mérida Moscoso

Ilustración de portada
William Camacho

Minga. Revista de ciencias, artes y activismo para la transformación de América Latina – 2023
© CITAL – Edición digital
Sitio UMSS: https://revistas.umss.edu.bo/index.php/minga/index
Sitio CITAL: https://minga-cital.com/
E-mail: minga@umss.edu
ISSN: 2704-5584
OPEN ACCESS – Licencia Pública Internacional — CC BY 4.0

Hecho en Cochabamba – Bolivia

Las ciencias sociales, el arte, la militancia y la pérdida de los referentes 

Social sciences, art, militancy and the loss of referents

DOI

Comité editor Minga
E-mail: estudios.del.desarrollo.g4@gmail.com

Como citar: Comité editor Minga (2023), “Editorial: Las ciencias sociales, el arte, la militancia y la pérdida de los referentes”, en Minga. Revista de ciencias, artes y activismo por la transformación de América Latina, Nro. 9, año 6, semestre I, 2023, pp. 7-11, Cochabamba, DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.8275082 

ISSN: 2704-5584

OPEN ACCESS – Licencia Pública Internacional — CC BY 4.0

Hace diez años, la Comunidad de Investigación para la Transformación de América Latina (CITAL) escribió en el primer número de Minga que “el intelectual que está al lado del pueblo debe considerarse como objeto y sujeto del estudio. Es decir que, tiene que participar activamente en todos los procesos de la lucha para la transformación social”. Planteó que los miembros de CITAL deberían convertirse “en intelectuales del pueblo. En tal sentido, nuestro trabajo intelectual a través de la investigación busca que, en la reflexión y el análisis de nuestra condición como sujetos y objetos de la historia, no solo sirva al desarrollo de nuestra individualidad, sino, se convierta en instrumento colectivo de acción transformadora de nuestra América Latina”.

En este editorial no presentaremos un balance o reflexionaremos sobre nuestros avances en el sentido descrito arriba. Sin embargo, deseamos provocar en nuestros lectores la necesidad de debatir sobre los avances del arte y las ciencias sociales militantes que apuntan o buscan la transformación social de nuestra América Latina. Esto último, como un medio y fin, es decir, como un proceso de cambio orientado a la superación del capitalismo en tanto modo de producción y de reproducción social en nuestro continente. 

Consideramos pertinente esta tarea ahora, en primera instancia, como reacción a la pérdida —en los años recientes— de varios pensadores y resueltos militantes que nos alimentaron anímica e intelectualmente con sus ideas, acciones o poesía durante medio siglo, algunos de ellos: Franz Hinkelammert (1931-2023), Alain Touraine (1925-2023), Adolfo Gilly (1928-2023), Mercedes Sosa (1935-2009), Mario Benedetti (1920-2009), Eduardo Galeano (1940-2015), Gabriel García Márquez (1927-2014), Daniel Viglietti (1939-2017), Horacio Guarany (1925-2017), Luís Eduardo Auté (1943-2020), Fidel Castro (1926-2016) y Hugo Blanco (1934-2023). Con su ausencia inmediata, pareciera que nos quedamos solos y en desamparo. 

Por otro lado, esta tarea también resulta de reconocer que, aunque en diferentes países de América Latina las fuerzas progresistas han logrado obtener el poder político, no obstante, los procesos políticos, económicos, sociales y culturales de cambio transformacional se presentan muy lejanos. Esta circunstancia pareciera dar cuenta, por enésima vez, de esa lección de la política regional en torno a que la conquista del gobierno tiene poco que ver con la conquista y el ejercicio del poder.   

En definitiva, puede argumentarse que el avance es lento y limitado, que pareciera que se está abandonando el horizonte transformacional consciente o inconscientemente. Pero sabemos que no por ello hay que dejar de seguir en las direcciones abiertas por estos movimientos políticos. Y esto debe hacerse, aún sin ver claramente si se trata de un retroceso táctico para luego volver a avanzar, o que es un retroceso definitivo de las fuerzas del cambio. Es un recorrido necesario. 

La pérdida de intelectuales, artistas y revolucionarios del pueblo no solo ha creado un vacío de referencias presentes sino también de una pérdida de experiencias de orientación y horizontes que podrían nutrir los procesos de cambio transformacional en nuestro continente. Sabemos que con su ausencia se ha perdido la oportunidad de preguntar a ellos por pistas. Solo nos queda la posibilidad, sin embargo, no menor, de continuar con la exploración y el aprendizaje continuos de su obra simiente.

Es también de vital importancia, tener presente que el vacío que han dejado estos maestros es un peligro para los actuales y posibles procesos de cambio transformacional. Esto porque con su pérdida no solo se apagan grandes volúmenes de la memoria viva de nuestro continente, sino porque se abre la posibilidad de que el vacío sea cubierto por oportunistas que quieran usar su legado para desviar los procesos que ellos han iniciado y criado. 

Y es, justamente, por esta circunstancia posible que manifestamos nuestra preocupación. ¿Cuál es el estado actual de la intelectualidad y de las artes que se desarrolla en relación con —y a favor de— los pueblos explotados y oprimidos?

Sabemos que la renovación generacional de militantes a favor del cambio revolucionario de nuestra región es un proceso permanente; que el mismo sistema, como dice el marxismo, crea los excavadores de su propia sepultura. Sabemos, también, que depende de la particularidad de los procesos políticos militantes si estos procesos de cambio generan la unidad de masas y fuerzas necesarias para tomar el poder político y quebrar o tumbar el sistema. 

Las implicancias políticas, económicas, sociales y culturales de los procesos progresistas recientes dependen de la fuerza y claridad de la posición ideológica de los sujetos líderes y de los procesos ideológicos que se han generado en las masas o se están generando. La caída del presidente del Perú Pedro Castillo, a lo que nos referimos en el editorial de Minga número 9, es justamente un ejemplo de la debilidad política, ideológica y social del proceso que fue iniciado con su victoria electoral en el 2021. Otro ejemplo, contrapuesto en la misma Minga, sabemos que el Golpe de Estado en Bolivia durante el 2019 fue revertido por la conjunción de fuerzas sociales no necesariamente acumuladas en torno al proyecto político del MAS-IPSP y su gobierno de catorce años, sino que, aglutinadas durante las últimas cuatro décadas a partir de la resistencia ideológica, activó las acciones neoliberales contra las populares.

A la par de estos procesos, con específicas diferencias, en el ámbito del pensamiento y de las artes, la lucha por la hegemonía, entre las concepciones transformadoras y la concepción capitalista dominante, es una constante mediada por un aparato de producción de información y comunicación masiva de alcance mundial que dicta lo que es útil o bello. La alternancia a esta dominación, en favor de formas de pensamiento y artes que apuntan al cambio transformacional, ocurrirá no causalmente cuando los pueblos adquieran el poder político y económico, sino por períodos más largos y fundados o enraizados en los procesos de aglutinación y unidad de las masas.

El abandono y disidencia del ideario y militancia transformacional por parte de intelectuales y artistas representa otro escollo peligroso en este largo proceso. Al fragor de la lucha entre bloques durante la guerra fría y la transición paulatina hacia el shock del “realismo capitalista” unívoco, las posiciones asumidas por autores y artistas —como  Octavio Paz, Mario Vargas Llosa, Joaquín Sabina, Pablo Milanés entre otros—, otrora afines con el pensamiento progresista y los procesos socio políticos revolucionarios en el continente, alimentan la incertidumbre sobre la justificación de los sacrificios socioeconómicos y culturales empleados en la construcción de un horizonte societal no capitalista. Su apuesta ideológica y acción mediática, estéril para la transformación, es funcional a justificar la dominancia civilizatoria de la modernidad capitalista como paradigma inevitable.

Se debe tomar en cuenta que la hegemonía social y cultural de la ideología dominante, la de los pocos que determinan los destinos de billones, es esencial para que se reproduzca el estatus quo. Reproduce las ideas y acciones que no son peligrosas para la dominación y que, a su vez, le son útiles como mercancías. En este proceso, no olvidemos que la “muerte aparente” de la guerra fría ha contribuido a que un grueso de pensadores, artistas y activistas haya caído en la trampa intelectual/ideológica del “fin de la historia”. Y es justamente la hegemonía conservadora y liberal a nivel mundial, a pesar del poder político adquirido por las fuerzas progresistas, la que marca la tendencia a relativizar los límites ideológicos de las posiciones políticas, de las fracciones que disputan el poder político y epistémico: la lucha de clases. Es en esta circunstancia que existe un grueso de agentes académicos, artistas y políticos que divulgan, de distintas formas y medios, que la izquierda o la derecha ya no existen. El complemento de esta táctica es el posicionamiento de la neutralidad como enfoque necesario para enfrentar los “problemas de la época”: medio ambiente y sustentabilidad, economía del conocimiento e innovación científica y tecnológica, resiliencia, género y generaciones, desarrollo urbano, etcétera.

Por lo señalado, se puede apuntar que, estamos en una situación o periodo en que, por un lado, las fuerzas que históricamente están al lado de los intereses del pueblo no han llegado a convertir sus históricos proyectos de transformación social en políticas y acciones concretas que realmente permitan la transformación o revolución. Reconocemos, sin embargo, que es posible que estas fuerzas no solamente no tengan la capacidad política, ideológica y social transformadora, sino que es posible que ellos no tengan la voluntad. En tal sentido, nosotros mismos podríamos estar confundidos respecto de los verdaderos propósitos de las supuestas fuerzas progresistas.

La causa central de esta problemática radica en que las luchas de las masas no persiguen la transformación revolucionaria o no saben cómo empujarlas en esa dirección. Esta situación de las luchas se debe, por un lado, a que el desajuste entre la teoría y experiencia práctica reciente ha provocado el extravío y distanciamiento de la vía revolucionaria y, por otro lado, que las luchas se han reducido a prácticas coyunturales para reproducir condiciones mínimas de subsistencia en un escenario de constante inestabilidad.

De manera simultánea, la fuerza programática neoliberal se ha internalizado, aunque en la superficie, protestas, bloqueos y huelgas recurrentes, digan otra cosa. La cooptación de las narrativas de experiencias emancipadoras por parte del capital, tanto en la política como en el arte (cine, rock, literatura, artes plásticas, otros), confirma que, a través de la política real de las fuerzas progresistas, la superficie como, así también, la internalización no buscan el cambio transformacional sino los cambios formales.     

Frente a este escenario, la CITAL piensa que no basta con reafirmar la intención de convertirse en intelectuales del pueblo, sino que la tarea parece ser también concretar avances para llegar a la emancipación de las condiciones opresivas. Obviamente, no tenemos la intención de abandonar la táctica de la crítica del capital en todos los frentes de la ciencia, el arte y la militancia. Pero no es suficiente. La difusión de ideas para la lucha política, ideológica y cultural es una tarea vital y ese es el sentido inmediato de Minga, es decir, dar voz a los pueblos de América Latina que apuestan por continuar la tradición de lucha continental por el cambio, considerando que es fundamental pero no suficiente.

Consideramos, pues, que debemos dar un paso adelante y, desde CITAL, tratar de iniciar la discusión de la debilidad transformacional de los proyectos de las fuerzas progresistas desde los puntos de vista de la ciencia, arte y militancia transformacional. No se trata de convertir a Minga en una cierta vanguardia, sino de profundizar su tarea y de apuntar mejor a sus objetivos más apremiantes y los de América Latina toda.

Fuente: «sin nombre», Jorge Soto Sánchez, 1976

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